“Te deseo lo que desees…”

¿Dónde están los jóvenes?

¿dónde está la conciencia?

¿dónde el amor?

C.G.

sábado, 29 de octubre de 2011

EL ENCANTO DE LA INTEGRACIÓN SOCIAL Y LA VIDA COLECTIVA





Me encontraba en mi pueblo natal rodeado de montañas y espesa neblina, es un hermoso estado, ubicado al oeste de Venezuela pertenece a la mágica y encantadora región andina, a aproximadamente unos 8.600 Km² de superficie, los cuales se encuentran esparcidos con una  variedad inmensa de atractivos; naturales culturales e históricos, todo se conjuga en Trujillo un estado dispuesto a dejarse descubrir.

Al terminar mis estudios de bachillerato entre al occidente del país,  L.U.Z. (La Universidad del Zulia) en Maracaibo “la tierra del sol quemada”, me invitaba a formar parte de su vida , sin sospechar lo que ocurriría, mejor relato lo sucedido…”Nunca me imagine que en las microbuses y autobuses de esta Ciudad, se desmentía una de las propiedades  de la materia que dice que dos cuerpos sólidos no pueden ocupar simultáneamente el mismo espacio, este hecho me desorientó y decidí tomar un microbús opositores de una de las propiedades de la materia.

Trepé, subí, ascendí, levité, escarbé, abordé, penetré, me contorsioné, me aplasté, me transferí, me “arreguindé”, (En realidad debería inventarse en verbo para definir esta situación). Déjenme seguir contando, debo decir que soy alto por el cual quede con mi cabeza paralela al techo, en realidad mi nunca era la que se encontraba paralela al techo, mi cabeza apuntada hacia al lado contrario de la marcha del micro lentamente me envolvía un cálido valor humano mi cuerpo dejó de pertenecerme, todas mis concavidades eran tibiamente calentadas y completadas por otras naturalezas  de forma parecidas pero de volúmenes diferentes; una cabeza bajo mi brazo, otra maravillosamente articulada a mi plexo solar un brazo entre mis cejas, otro en mi frente. En el caso de las piernas usar la palabra “mi” era excesivo; una se la habían llevado arrastrada  involuntariamente “El no por la bolsa” de uno de los del bloque; la otra se había dormido pero no sabe donde observé con horror una señora gordísima que usaba unas alpargatas con una bola amarilla de lana (no olvido que mi posición me permitía tal campo visual).

Abrevia, una apuradita, rapidito, ahí repetía sin pausa y rápidamente grita el colector mientras rítmicamente daba golpes podemos decir coñazos a la latonería del y entonces así el encanto de la integración social y la vida colectiva “había cesado por ese día…

Cristóbal Guerrero

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